El pasado 9 de enero abrió sus puertas al público la exposición La selva arde de Bárbara Crane Navarro. Esta muestra tiene lugar en la Casa Amarilla, frente a la Alcaldía en Puerto Ayacucho, como parte del trabajo que desarrolla el Ministerio del Poder Popular para la Cultura a través de la Fundación Red de Arte en la Galería de Amazonas. La recopilación de emociones encontradas por el sentimiento de pertenencia con la naturaleza, hace de esta muestra un punto contundente de valores emocionalmente integrados desde el código de amar a la tierra. Una exposición con un concepto personal de su preocupación por la destrucción creciente de la selva, y la desaparición progresiva del modo de vida del pueblo autóctono que depende de ella. Su pasión por la selva y el respeto por las comunidades indígenas que la habitan, dan a su trabajo artístico todo su sentido, dejando de lado su objetivo principal de investigación para plantearse nuevos y profundos objetivos en pro del medio que absorbió todo su interés, donde plantea diferentes problemáticas e inquietudes a responder y reflexionar con sensibilidad humana y artística. Desde hace 11 años, esta artista viene al Amazonas venezolano y a las regiones brasileñas del Amazonas durante el invierno, buscando el contacto puro con el medio indígena y sus expresiones, estudiando sus pinturas corporales, las variaciones de ellas y buscando sus significados, así como el material utilizado y su preparación; para incorporarlos a sus creaciones artísticas, utilizando pigmentos naturales, técnicas y soportes poco usuales. El campo de investigación de esta artista en los últimos años ha sido la multiplicidad de técnicas y superficies utilizadas por los artistas y los indígenas, en particular el cuerpo humano como soporte pictórico. La selva arde como proyecto expositivo, crea un entorno táctil, sonoro y visual que supera el espacio físico de la galería, invitando así al espectador a entrar en un universo místico ancestral, queriendo expresar la universalidad de las visiones “chamánicas” de los amerindios Yanomami, y tiene por origen las experiencias vividas en estas comunidades de la selva amazónica venezolana y brasileña, experiencias que han transformado su manera de pintar y considerar los motivo y las acciones de la vida. La instalación es multimedia, abarca 3 dimensiones de intervención: Una escultura que se inscribe en el espacio conformando por múltiples elementos suspendidos, las pinturas, una intervención sonora y los filmes-interacción: creación sonora/creación visual.Fuente: RNV
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